sábado, 29 de marzo de 2008

Memoria selectiva


Ella era hermosa, brillante y simpática, además tenía ese toque de vulnerabilidad e inseguridad que atraía a los hombres, los hacía sentir como protectores de una gema, además de facilitarles en cierta medida la conquista.

Actualmente, sin embargo, su corazón pertenecía sólo a uno. Ya estaban saliendo hace un par de meses, y ella no sabía exactamente que le atraía de el. Talvez era su taciturna sabiduría, o su cálida mirada escondida detrás de la seriedad de su semblante. Además ella lo consideraba un artista, un genio, único, y todas esas cosas que pensamos las mujeres del ser amado... y que la mayoría de las veces no resultan ciertas.

Acababa de salir de la ducha y aguardaba con ilusión la llamada prometida, era una tarde fresca en un sábado de abril. Con mucho cuidado y dedicación procedió a la elección de su atuendo, resonaban en su mente refranes populares (probablemente inventados por padres celosos) como: "Hay que insinuar, no mostrar". Y descartando virtualmente todo lo que tenía a su alcance procedió a la elección de un vestido negro. El típico perfecto vestido negro metido en algún lado del ropero de la mayoría de las mujeres. Un comodín, casual y elegante al mismo tiempo. Se puso zapatos que combinaban y agarró un suéter por si tenía frío más tarde.

El nunca me daría su campera- pensó para sí misma, mientras se consolaba con el hecho de que el se enfermaba a menudo, y no tenía nada que ver con ser o no ser caballero.

Se miró en el espejo una vez más, e intentó decidir que hacer con sus largos y enrulados cabellos, se veían muy bien así, aún húmedos. Además el calor del agua había dejado sus mejillas de un tono rosa infantil que le sentaba muy bien. Decidió dejarlo suelto, y no secarlo.

Recordó cuanto el objeto de su afecto la elogiaba cuando tenía el cabello mojado y suelto, y se dijo que no importaba que esté un tanto fresco, ella disfrutaba las temperaturas bajas.

Encendió el televisor, y esperó. Los minutos pasaron, luego se convirtieron en horas. Finalmente llamó a su celular. El no atendía. Probó un par de veces más. Estará en silencio se dijo.

Envió mensajes, entró a internet, llamó a su casa y nada. Derrepente la verdad la golpeó como el viento frío en una mañana de invierno. El no siente lo mismo que ella.

Y empezó a entender, habían verdaderas razones por las cuales el no llamaba, no eran suficientes las excusas en su cabeza para todas las veces que el no le daba su lugar. En momentos hasta se rehúsaba a llamarla su novia. Entendió que verdaderamente el consideraba que habían muchas cosas más importantes que ella, y se dió cuenta de que debía haber una razón para todo esto.

No eran coincidencias, no era "sólo su forma de ser", lo que pasaba era...

Y el teléfono sonó. Y ella olvidó todo de nuevo.

4 comentarios:

Lebrel(alias) Lebrel(alias, dicen por ahi) Lebrel * dijo...

epa!!!
autobiografico?

The Hypocrite Walrus dijo...

Estoy buscando la mejor manera de hablar sobre lo mucho que me gustó éste tu escrito...

Sin entrar en muchos detalles, en estas historias sale lo mejor de vos! Al menos en esto reflota a la superficie la genialidad de tu profundo abismo personal...

Esa coloquialidad y simpleza que cubre todo el tema... me encanta!

Seguí!

Stefi Gómez dijo...

buenisimo jaz..!!! me encanto tu blog.. muy real.. muy critico.. pero buenisimo..

Unknown dijo...

Volví a leer este escrito tuyo que me mostraste anoche en lo de César..
Y sólo me doy cuenta de cuánto podemos llegar a amar a alguien para dejar, permitir!! que pisoteen nuestro amor propio..
Eso al final de cuentas.. es amor? o una forma confusa de mendigarlo?